¡Eureka! Un nuevo barco ha sido construido por Daniel.

 

Lápiz, llave y sudor marcaron el son de su creación.

 

Al ritmo de los instrumentos y herramientas, el niño entona el himno de los ingenieros.

 

Sus melodías llegan al cielo y un diluvio de aplausos se derrama a sus anchas.

 

La hora de echar a andar el barco de papel llega y justo frente a su puerta lo deja.

 

Comienza a correr el agua, y con ella, el barco de papel.

 

Días de canto, días de lluvia, permitieron que la embarcación siguiera su ruta.

 

Al final, le esperaba la mar. Sobre ésta, Daniel la vio navegar hasta ya no poder más.

 

Se acerca la noche, a partir de entonces, la luna silente la custodiará.